Después de Ingmar Bergman, para mí, Krzysztof Kieslowski
ha sido el más grande director que este mundo ha visto. Bergman y Kieslowski
han sido los que más han hablado sobre la condición humana y mejor han sabido
retratarla. Sus filmes son representaciones de la vida moderna que relatan
historias de personajes falibles que no saben la diferencia entre el bien y el
mal y que buscaban desesperadamente. Sus películas son de una estética bella,
hermosa y frágil y tenía una sensibilidad única que no he encontrado en ningún
otro director.Si la frase “todos somos únicos” se aplicara al cine yo creo que
se estarían refiriendo a él, a Bergman y probablemente también a Andrei
Tarkovsky. Pero este artículo trata sobre Kieslowski así que voy a hablar sobre
él. Yo estudié la carrera de dirección de cine y mi tesis fue sobre el uso y la
importancia de la música en las películas de Kieslowski. Fue un director
sumamente musical y lo entiendo, entiendo sus luchas, sus frustraciones, sus
logros y su sensibilidad, pero más que nada su corazón que fue enorme, es por
eso que lo amo y me gusta tanto, igual que a Bergman.
Kieslowski nació en el seno de una familia modesta en
Varsovia, Polonia. Vivió durante su infancia y adolescencia en diferentes
pueblos ya que su padre, que sufría de tuberculosis, necesitaba ser
tratado en diferentes lugares. En 1957, a los 16 años, entró en la Escuela para
Técnicos de Teatro en Varsovia solamente porque un pariente la dirigía. Durante
esa experiencia decidió ser director de teatro pero, en esa época, necesitabas
tener un título para ingresar en la Escuela, así que decidió
convertirse en director de cine. Trabajando como técnico de teatro decidió
presentarse a la famosa Escuela de Cine de Lodz, que tuvo
como alumnos a los también directores de cine Roman Polanski y Andrzej Wajda.
Lo rechazaron dos veces y cabe mencionar que durante este tiempo para evitar el
servicio militar obligatorio se convirtió, brevemente, en un estudiante de arte
y también estuvo bajo una dieta rigurosa para volverse no apto para el
servicio. Después de varios meses se presentó, por tercera vez, a la Escuela y, esta vez, si consiguió ingresar. Estuvo en la Escuela durante
cuatro años (1964-1968), mientras que en esa época el gobierno permitía un alto
nivel de libertad artística y fue durante estas circunstancias que Kieslowski
estuvo interesado en hacer documentales.
Durante su último año se casó con su entonces enamorada,
Maria (Marysia) Cautillo, el 2 de enero de 1967 y estuvo casado con ella hasta
el día de su muerte. Juntos tuvieron una hija llamada Marta ( 8 de enero de
1972).
Sus primeros documentales estuvieron
centrados en gente común como trabajadores, obreros o soldados. A pesar de
nunca haberse considerado un cineasta político se dio cuenta que retratar la
vida polaca le traería conflictos con las autoridades. Su documental para la
televisión Obreros 71 o Workers 71 en inglés que mostraba a obreros discutiendo
las razones de las huelgas generales de 1970 sólo se mostró bajo censura.
Después de realizar este documental filmó un filme llamado Curriculum Vitae, que mezclaba el material documentalista de las protestas de
Politburo con una historia ficticia sobre un hombre sometido al escrutinio de
los oficiales. Aunque Kieslowski creía que el mensaje del film era
anti-autoritario muchos colegas suyos lo criticaron diciendo que había
trabajado de la mano con las autoridades en la producción del mismo. Kieslowski después dijo públicamente
que había abandonado el documental a partir de dos experiencias: la primera fue
la censura de Obreros 71 que le hizo pensar si realmente se podía decir
literalmente la verdad en un régimen autoritario y la segunda fue una
experiencia vivida durante la filmación de Estación o Station un documental
filmado en 1981 en el cual bastante del material filmado se usó como evidencia
en un caso criminal. Fue a partir de estas experiencias que decidió que la
ficción, no solamente, permitía más libertad artística sino que también podía
retratar la vida más fielmente. Sus primeras películas de ficción fueron
Personel (Personal) de 1975, que fue hecha para la televisión y con la cual
ganó el primer premio en el Festival de Mannheim y The Scar (La Cicatriz) o
(Blizna en polaco) de 1976, ambos fueron trabajos ligados estrictamente al
realismo social. Personel trataba sobre técnicos trabajando en una producción
teatral, basada en las primeras experiencias del director en la Escuela de
Técnicos Teatrales y The Scar mostraba la disconformidad y los cambios de un
pequeño pueblo polaco a causa de un proyecto industrial. Estos dos filmes
fueron filmados con un estilo documentalista y con un reparto de no actores.
Estas películas retrataban la vida cotidiana en Polonia bajo un sistema
opresivo como el que se vivió en Polonia durante esa época. Luego realizó
Camera Buff (Amator en polaco) de 1979, que ganó el gran premio del Festival
Internacional de Moscú y Blind Chance o (Przypadek en polaco) de 1981. Ambas
películas continuaron por una línea similar a las dos anteriores pero esta vez
centrándose en decisiones éticas y morales tomadas por personajes en vez de comunidades.
Durante este tiempo se le incluyó dentro de los directores del
cine de la Ansiedad Moral, término que describía el cine de directores polacos
tales como Janusz Kijowski, Andrzej Wajda y Agnieszka Holland, su relación con
estos directores, en especial Holland le causaron muchos inconvenientes por parte del gobierno y todos sus primeros filmes fueron censurados
y tuvo que filmar y editar nuevamente muchas secuencias de ellos bajo la mirada
del gobierno. Un ejemplo de esto fue que Blind Chance no fue estrenada en
Polonia sino hasta 1987, casi seis años después de que se filmó.
No End (Bez konca en polaco) de 1985 fue su película más
política porque trataba sobre los juicios políticos polacos de esa época, desde
el punto de vista, inusual, del fantasma de un abogado y su viuda. Fue
criticada duramente por el gobierno. Desde esta película su nombre se vería asociado, para bien, con dos nombres, el del guionista
Krzysztof Piesiewicz y el del compositor Zbigniew Preisner. Piesewicz era un
abogado que Kieslowski conoció mientras investigaba juicios políticos para un
planeado documental sobre el tema que nunca llegó a producirse. Piesiewicz
escribió todos los guiones de todas las siguientes películas de Kieslowski y Preisner
escribió toda la música para sus películas, empezando con No End.
Luego llegaría El Decálogo (The Decalogue) de 1988, considerada una obra maestra y es para mí la más importante obra cinematográfica que se haya filmado por lo que representa y por su importancia moral y ética. El Decálogo es una serie de diez películas de aproximadamente
una hora de duración, cada una hecha para la televisión polaca. Fueron filmadas
en una residencial en Varsovia y cada capítulo está basado en uno de los Diez
Mandamientos. Kieslowski adaptó dos capítulos para la pantalla grande,
expandiéndolas a casi una hora y media cada una, estas fueron A Short Film
About Killing o No Matarás (1988) y A Short Film About Love o No Amarás (1988).
El Decálogo no son de ninguna manera simples ilustraciones de los mandamientos
sino más bien complejas investigaciones de cómo estos diez principios, que
representan uno de los pilares morales y éticos de la filosofía occidental,
pueden cuestionar, guiar y ser relevantes para las personas en las sociedades
modernas. En un cierto sentido, las películas, cada una de
ellas entrelazando en una o más crisis morales de carácter existencial, giran
en torno a los mandamientos, a veces siguiendo el significado tradicional y
otras veces, alejándose aparentemente de ese significado, cuestionando o
desarrollando nuevas y originales direcciones.
Sus cuatro últimas películas fueron
coproducciones extranjeras. Estuvieron centradas en temas morales y
metafísicos. Estas cuatro películas fueron sus mayores éxitos comerciales e
internacionales. La primera fue La Doble Vida de Verónica de 1990 con la actriz
francesa Irene Jacob cómo protagonista. Luego siguió La Trilogía: Azul, Blanco
y Rojo en 1993 y 1994, que explora las virtudes que simboliza la bandera
francesa. Esta trilogía le otorgó a Kieslowski muchos reconocimientos y premios
internacionales, incluyendo el León Dorado como mejor película en el Festival
de Cine de Venecia, el Oso plateado como mejor director en el Festival de Cine
de Berlín y recibió tres nominaciones a los premios Oscar.
Krzystof Kieslowski es considerado uno de los grandes directores
cinematográficos que ha tenido Europa. Anunció públicamente su
retiro del mundo cinematográfico después de la premiere de su último filme,
Rojo, en el Festival de Cannes en 1994. Después de dos años de haber hecho este
anuncio Kieslowski murió el 13 de Marzo de 1996
a los 54 años de edad durante una cirugía de corazón abierto después de
haber sufrido un ataque al corazón. Está enterrado en el cementerio Powazki en
Varsovia.
En una entrevista dada en la Universidad de Oxford en
Inglaterra esto es lo que dijo acerca de por qué hacía cine:
“Viene de una profunda convicción de que si hay algo que
realmente vale en el nombre de la cultura, este es el de tocar temas y
situaciones que unen a la gente y no aquellas que las divide. Hay muchas cosas
en el mundo que nos dividen como la religión, la política, la historia y el
nacionalismo. Si la cultura es capaz de algo, entonces esta es la de encontrar
algo que nos una y hay muchas cosas que unen a la gente, no importa quién eres
o quién soy yo. Si a ti te duele la muela, o si a mí me duele la muela, no
importa, es el mismo dolor. Los sentimientos es lo que une a la gente porque la
palabra amor tiene el mismo significado para todos. O miedo, o sufrimiento.
Todos le tememos a lo mismo y de la misma manera y todos amamos de la misma
manera. Es por eso que hablo de estas cosas porque en todas las otras cosas
encuentro una división”.
Krzysztof
Kieslowski hacía películas íntimas sobre seres humanos falibles para
espectadores que piensan. Ya desde sus primeros cortos como estudiante y sus
primeras realizaciones se pudo ver con anticipación a este creador y narrador
de filmes que capturaba mágicamente el azar y la transcendencia en la vida
humana. Kieslowski pudo retratar como muy pocos la vida interna de los seres
humanos con una sensibilidad y fragilidad única. Muy pocos cineastas han podido
luchar tan consistentemente para lograr hacer que la gente entienda, o en
muchos casos, que simplemente estén conscientes, de las verdades profundas del
mundo que los rodea o del mundo interno de las personas para explorar la
misteriosa interacción del azar y las decisiones en las relaciones humanas. En
el Decálogo, por ejemplo, ambos autores del filme, Kieslowski y el
coguionista Krzysztof Piesiewicz, lograron colocar abstractos absolutos dentro
de situaciones realistas, concretas e impredecibles. Con El Decálogo lograron
transcribir lo metafísico dentro de lo tangible. Las metáforas bien
desarrolladas y los símbolos penetran profundamente el alma humana. Krzysztof Kieslowski
fue criado como católico romano y mantuvo, de joven, lo que él llamaba una
relación personal y privada con Dios. En una entrevista dijo que él no era
creyente y que por cuarenta años no había entrado a una iglesia y también, en
otra entrevista, declaró: “no creo en Dios pero tengo una buena relación con
El”.
Sus filmes nos desafían a pensar más profundamente acerca
de la vida y la ética. Según el mismo Kieslowski sus películas son acerca de
gente que no sabe cómo comportarse, que no saben cómo vivir, que realmente no
saben la diferencia entre lo bueno y lo malo y que buscan desesperadamente. Sus
filmes fueron hechos con mucho cuidado, detenimiento y sensibilidad. En Tres
Colores la trilogía que estuvieron basadas en la bandera francesa y sus valores
simbólicos; Azul: libertad, Blanco: igualdad y Rojo: fraternidad; no solo
explora esos temas sino que esos colores (gracias a la iluminación, a la
dirección de fotografía y a diversos filtros de la cámara) llenan visualmente
cada una de las películas. Uno puede ver cada película separadamente pero si
uno las ve en orden hay conecciones sorprendentes y pequeños detalles que se
dejan revelar. Cada una cuenta una historia distinta con diferentes personajes
pero cada una contiene escenas sacadas de las otras y en Rojo todos los
protagonistas se encuentran, brevemente, juntos, no estando, los personajes,
conscientes de que están juntos. También se puede apreciar, en un momento, la
imagen de unos cables eléctricos que pasan entre casas y apartamentos y quizás Kieslowski,
con esta imagen, nos esté haciendo recordar, desde un punto de vista
individualista del mundo que las relaciones y el hecho de vivir en comunidad no
solamente es esencial en la vida, sino inevitable. Cabe añadir, también, que
sus películas son enigmáticas y pueden resultar, ocasionalmente, irritablemente
oscuras, depende de los gustos. Hay muchos cabos sueltos, a veces demasiados,
pero quizás nos estaba haciendo recordar que inclusive la vida ordinaria es más
misteriosa de lo que imaginamos. Una vida llena de detalles que nos hacen
pensar. Estos filmes cuentan historias no para entretener sino para desafiarnos
que pensemos de nuevo y para que veamos en nuevas direcciones.
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